Justo al final de nuestra estancia en Tailandia descubrimos la forma mas barata de desplazarse por el país, la tercera clase del tren, así que por poco más de un euro nos subimos al tren en Bangkok y nos dejó en Aryana Prathet justo al otro lado de la frontera camboyana. Desplazarse así tiene además la ventaja de hacerlo con tailandeses que van de un pueblo a otro a vender sus productos a los mercados, gente encantadora, nada que ver con los que trabajan en el sector turístico que te tratan como si fueras una cartera repleta y errante.
Cruzamos la frontera al día siguiente por la mañana, esquivamos con éxito todos los timadores que proliferan por estos sitios, incluido el último intento del conductor del tuc-tuc que nos llevó a un tendejón de uralita donde juraban que allí era donde teníamos que realizar los trámites del visado camboyano. Ya en territorio camboyano una nube de personas se empeñaba en llevarnos gratis a la estación de autobuses, donde por supuesto nos venderían unos fantásticos billetes a precio de turista. Así que apretamos el paso un kilómetro y negociamos un taxi compartido hasta Sisophon, para luego tomar un autobús de línea a Battambang primera parada en este país.
Cruzamos la frontera al día siguiente por la mañana, esquivamos con éxito todos los timadores que proliferan por estos sitios, incluido el último intento del conductor del tuc-tuc que nos llevó a un tendejón de uralita donde juraban que allí era donde teníamos que realizar los trámites del visado camboyano. Ya en territorio camboyano una nube de personas se empeñaba en llevarnos gratis a la estación de autobuses, donde por supuesto nos venderían unos fantásticos billetes a precio de turista. Así que apretamos el paso un kilómetro y negociamos un taxi compartido hasta Sisophon, para luego tomar un autobús de línea a Battambang primera parada en este país.
Battambang es un sitio poco turístico que conserva un casco antiguo y una ordenación urbanística heredada de los años de protectorado francés. Un sitio tranquilo en definitiva donde podemos apreciar las diferencias que existen a nivel de desarrollo con su vecino Tailandia. Imitando el ejemplo de este, todo el país y posiblemente cometiendo los mismos errores se está orientando hacía la industria turística.
Lo más divertido como siempre fue alquilarse una moto y salir al campo a ver la Camboya real, en general los pueblos se asientan a lo largo de las vías de comunicación principales, son casas de bambú o madera apoyadas sobre unos pivotes que las mantienen alejadas unos dos o tres metros del agua que se acumula en la época de los monzones y dejando una zona al aire libre y cubierta del sol donde hacen la mayor parte de su vida en la estación calurosa. Casi todos tienen su pequeño comercio en un tendejón al borde de la carretera donde te puedes aprovisionar de alimentos, gasolina en botellas de Fanta, ropa, cortarte el pelo, etc. Apenas hay coches, la gente se desplaza en motocicletas o en bicicleta., también hacemos una visita a los templos de Phnom Banam y Phnom Sampeau.
Durante nuestra salida también vemos los primeros anuncios de “peligro minas”, se calcula que quedan entre cuatro y seis millones todavía enterradas, herencia de la guerra civil que sumió a Camboya en uno de los conflictos más sangrientos de la historia reciente, no olvidar aquí el papel tan importante llevado por los siempre defensores de la democracia y de la lbertad, o sea USA, que con su campaña de bombardeos indiscriminados en busca de la guerrilla norvietnamita mataron a miles de civiles inocentes y motivaron un cambio de mentalidad entre los camboyanos y su posterior apoyo a la guerrilla maoísta de Pol Pot. Entre los muertos en el conflicto y las posteriores purgas de población llevadas a cargo por los jemeres rojos se estima que murieron unos dos millones de camboyanos de un total de población de catorce.
Estando aquí no podíamos dejar de visitar los templos de Angkor una de las maravillas de la humanidad sin duda, así que nos alojamos en Siam Reap y planificamos nuestra visita, para la cual por motivos prácticos elegimos la bicicleta. Lo mejor para evitar las masas de coreanos y japoneses es darse el madrugón, nos levantamos a las cinco y a las seis ya estábamos
pedaleando por el Angkor Thom, ver el Bayon amaneciendo y en completa soledad fue uno de los momentos cumbres de lo que llevamos de viaje, impresionante pasear por el templo entre las caras petrificadas de buda como única compañía. El To Prohm también es sobrecogedor, con todos esos árboles gigantes creciendo por encima de los templos semiderruidos que recuerdan el poder de la naturaleza de rebelarse contra la invasión de los hombres.
A estas alturas de nuestra estancia, surgen unas dudas que quizás Iván Victorovich o algún otro ilustre conocedor del sudeste asiático puedan responder:
-¿Por qué hay un porcentaje tan elevado de transexuales en Tailandia?
-¿ Por qué las mujeres camboyanas utilizan el pijama como prenda habitual durante todo el día?.
-¿Por qué los motocultores camboyanos tienen unos manillares de cuatro metros de longitud?.
-¿ Como es posible que los camboyanos hagan aerobic en plena calle y la canción de fondo sea el “aire “ de Pedro Marín versión jemer?